Isabel Acosta. Periodista.
Esther Porta Sanz, periodista, era más escritora que periodista, a mi modo de ver. En tiempos más justos y meritocráticos que los que vivimos ahora, podría a la vez haber sido oficialmente escritora y laboralmente periodista. Era brillante y rápida, cercana y humilde. Hija de policía -2amiga, si tienes un problema llamo a mi padre2-, creo que no fue ubicada donde más podía brillar, y quizá no lo reclamó.
Si me atrevo a decir que era escritora gonzo es porque pateaba el asfalto, y palpaba lo humano, interpelando directamente por cuestiones espinosas aunque no llevaran a ninguna parte, y podía escribir de dioses y mendigos. Tenía a partes iguales educación y desparpajo. Licenciada en Ciencias Políticas y postgraduada en Periodismo, en su afán por responder a lo que pedía el máster de El País que cursaba, una noche soñó que Poli Díaz había fallecido por una sobredosis. Un sueño. En ese momento onírico pensó su titular, como todo periodista: “El caballo mató al Potro”. Una absoluta genialidad. Se despertó y afortunadamente el boxeador no había muerto y los sueños, sueños son. Se alegró de que Poli Díaz estuviera vivo, aunque su titular se perdiera para siempre.
Eso define mucho a Esther. Se alegraba del bien de los demás aunque conllevara perjuicio para ella. Pero, realmente, ese titular era una nimiedad. Porque sus mejores titulares son Julia, Laura y Daniela. Sus hijas, de las que te hablaba a la menor ocasión. Sus ingeniosos libros, sus guiones para Canal+, su capacidad de arropar, y su alma limpia, de persona que manejaba términos simples -madre, amiga, hermano, y luz alumbrando-, desde el fondo de sus ojos claros, esos conceptos, esos, son Esther.
Desde la Federación ARTVE trasladamos nuestras condolencias a familia y amigos de Esther. Descansa en Paz, compañera.