«La democracia depende del libre flujo de información […]». Así mismo, «La propagación de información falsa y engañosa, crea confusión y polariza el debate público, sembrando desconfianza y socavando los procesos democráticos.« De esta forma arranca el último informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) titulado, ‘Hechos, no falsificaciones: abordar la desinformación y fortalecer la integridad de la información’. Un llamamiento dirigido a gobiernos y actores sociales, en una petición para que impulsen medidas que fortalezcan la integridad de la información de calidad, frente a la creciente desinformación.
El documento publicado por la ODCE destaca la importancia crucial de mantener la cohesión social en las sociedades democráticas, donde la libertad de expresión y los debates abiertos son fundamentales. Alerta también sobre la peligrosidad de la difusión de información falsa y engañosa, muchas veces propagada de manera deliberada, y que ha sufrido un creciente aumento con la digitalización masiva y las Redes Sociales, permitiendo a cualquier persona con acceso a internet, producir y distribuir contenido sin adherirse a los estándares éticos periodísticos, académicos o científicos establecidos.
El informe resalta cómo la desinformación no solo socava el periodismo de calidad, enfrentándolo a situaciones complejas y de presiones económicas, sino que también dificulta la construcción del consenso social necesario para afrontar retos políticos complejos.
Una petición a gobiernos y agentes sociales
Ante este desafío, la OCDE propone un marco integral que contempla la mejora de la transparencia, la rendición de cuentas y la pluralidad de fuentes de información; el fomento de la resiliencia social ante la desinformación; y el refuerzo de las medidas de gobernanza y las instituciones públicas para salvaguardar la integridad del espacio informativo.
Y va más allá. La organización pone el punto de mira en la importancia de incentivar el desarrollo de un pensamiento crítico en los ciudadanos, que les permita reconocer y combatir la desinformación.
Finalmente, la OCDE insta a una acción urgente para contrarrestar la amenaza que representa la desinformación, garantizando al mismo tiempo que dicha acción no conduzca a un control más estricto de la información en nuestras democracias.
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