Artículo publicado en La Vanguardia
Con 85 años, Sergi Schaaff acababa de instalarse Tik Tok en su teléfono móvil. “La curiosidad no tiene edad”, solía decir con sonrisa desafiante a sus compañeros cada vez que pisaba el plató de Saber y ganar. Pese a que la salud le había obligado a bajar el ritmo, no se perdonaba no acudir, durante un rato, a supervisar cómo iba su último hijo televisivo.
25 años después de su alumbramiento, el chiquillo ya era todo un hombre que funcionaba como un reloj, pero a Schaaff le gustaba, como a todos los padres, pulir detalles y mejorarlo con cada grabación.
La televisión ha cambiado mucho desde que el joven estudiante de periodismo se enamorase de las salas de realización de la incipiente TVE en el paseo de la Habana de Madrid. En casi sesenta años de carrera todos le consideraban “Historia viva de la televisión” y a Sergi Schaaff no le molestaba que se lo recordasen, aunque no le gustaba presumir de ello. Prefería tener la mente ocupada creando, que era su auténtica pasión.
“¿Qué dicen en Twitter del programa?”, preguntaba nada más llegar a las grabaciones de Saber y ganar durante estos últimos años. Decidió abrir el concurso que presenta Jordi Hurtado en La 2 a Youtube e interaccionar creando pruebas específicas para las redes sociales. La televisión había evolucionado ante la mirada ojerosa de Schaaff, pero él sabía cuándo innovar y cuándo debía dejar marchar las cosas.
El tiempo es oro, otro de los históricos concursos ideados por Schaaff había quedado “desfasado”. Le dolía saber que la prueba final -donde los concursantes tenían que resolver una cuestión de cultura general rebuscando entre pesados tomos de enciclopedias- no tenía sentido en la era del Google y la Wikipedia actuales. Tampoco hay sitio ya para otros de sus recordados formatos, como 3×4, La ruta Quetzal o el histriónico Si lo sé, no vengo.
Schaaff tenía claro que la televisión, como él la imaginó, había muerto. Durante sus largos paseos por los platós de RTVE Catalunya, en los que se enteraba de todo lo que estaban haciendo los otros programas de la casa, repetía que ahora el público elegía su programación a la carta y que el único futuro para su amado medio era reinventarse como contenedor de informativos.
Schaaff se lo recordaba constantemente a sus alumnos de la Pompeu Fabra, donde ha dado clase hasta que las fuerzas se lo han permitido. Se lo ha inculcado también a sus hijas, Anaïs y Abigail, que han decidido dedicarse al mundo de la televisión detrás de las cámaras, como su padre. Un amor por la televisión que su esposa, la actriz Àngels Moll, ha sabido comprender y compartir hasta que la curiosidad del genio se apagaba silenciosamente en la madrugada de este 3 de enero de 2023.
La televisión es hoy un poquito más huérfana y la tristeza atrapa al equipo de Saber y ganar, que pierde a un padre que hasta el último momento revisaba guiones, corregía planos y paraba grabaciones si consideraba que en algo se podía mejorar. Los pasillos de RTVE en Sant Cugat se quedan un poco más vacíos desde hoy, donde ya no se podrá ver más a un encorvado anciano de pelo gris y melena desaliñada escrutando cada rincón para saber qué habían inventado el resto de compañeros.
Sergi Schaaff se va con el reconocimiento de la profesión, con un Ondas bajo el brazo que no pudo recoger hace tres semanas, pero que su hija Abigail supo transmitirle con un apasionado “¡Papa, ja el tenim!”. Arropado por sus hijas y su mujer, y por esa gran familia de la televisión que ha tejido durante décadas, la curiosa mirada de este genio se apagaba para siempre aunque su legado perdurará eternamente.